
Puedo
verla, sus ojos quedaron secos de lágrimas mucho antes que su piel
grabada de surcos. No puede llorar. Solo mira al frente con la
dignidad que sus años le confieren. Viste de luto, porque de luto le
enseñaron a llevar su alma. Sus manos solo conocieron el lacerante
dolor de quien las usa en la lucha por la subsistencia.Puedo
verla elevando sus plegarias a un dios del que solo ahora, a la
postre de su vida, se permite dudar. Sospecha que nada recibirá de
Él, pero debe aferrarse a algo y esto es todo lo que le queda
después de una vida de sufrimiento.
Puedo
verla. Se llama María, y refugiada bajo un paraguas tan negro como
su rebeca, se dirige una vez más a la iglesia. Sabe de la inutilidad
de tal acto, sabe que nada ha de esperar porque nada recibió. Pero
ahora ya, es todo lo que le queda.
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