Blog personal de Foto Rohu


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sábado, 9 de noviembre de 2013

A ella



Paseando por la playa de mi juventud tuve a bien bautizar con su nombre aquella duna que ocultaba, majestuosa, al sol naciente. Sé que Helios sobrepasará indiferente ese enorme montón de arena, de igual manera que un Eolo indolente la barrerá de la mano del mismo Cronos que observó su creación. Otras dunas ocuparán su lugar, otras darán formas antojadizas a aquella playa que muda me observaba arrastrando logros y derrotas azules, pero la que distinguí con su nombre se habrá ido para siempre, como se fue Ella, llevándose jirones de mi, todavía, adolescente corazón. ¿Dónde van las almas de las dunas con nombres? ¿Dónde los sentimientos lacerados de nuestros corazones juveniles? ¿Y dónde se escondió aquel amor infinito que nos conmovió hasta hacernos llorar lágrimas de miel?
Sin desearlo veo pasar la vida como el caudal de un río, solo nosotros al igual que su cauce, permanecemos como testigos de aquellas aguas que no han de volver a pasar, y atesoramos aquellos coloridos lienzos ya diluidos en la nada para acariciarlos de tanto en tanto con nuestro aliento en declive. Por eso Cronos se ríe y por eso yo enmascaro mis sentimientos ante él.
Mañana bautizaré otra duna con su nombre.

viernes, 2 de agosto de 2013

Nostalgia


La caricia suave del tomillo y la manzanilla abren ese túnel dimensional que me transporta a un tiempo lejano donde, prisionero del bullicio juvenil, era protagonista de una soledad dulce, profunda y de un espacio libertador infinito. El calor del sol, pesado como entonces, aporta la energía necesaria para activar ese túnel íntimo y confortador que reconcilian un cuerpo maduro de vida y emociones con un alma eternamente joven y ávida de nuevas experiencias; un cuerpo pegado a un presente de subjetiva realidad y un alma presa de los atávicos placeres que encierra la nostalgia de un deseo de apocatástasis.
Sin embargo, la injusta disyuntiva entre alma y materia transcurre embebida en la autopista que Cronos extiende a modo de alfombra bajo nuestros pies de arcilla. Y la distorsión a modo de un tornado selectivo nos muestra un ayer de azúcar con la complicidad de una pícara Mnemósine, que sonríe mientras oculta en su arca de éter la Verdad de la que nosotros apenas si rozamos algunos jirones tan irreales como nuestros sueños.
Puede que mirar atrás sea un error, pero a veces el pasado actúa como la fresca sombra del algarrobo que mitiga los rigores del sol estival de medio día; y las luces filtradas por Mnemósine, que nos llegan del pasado, no podemos evitar sentirlas como agua fresca y cristalina del arroyo junto al algarrobo, bajo el cual, nuestra materia exonera de culpa el ansia viajera del alma.