Blog personal de Foto Rohu


Para acceder a la página oficial de Foto Rohu acceder a www.fotorohu.es y para hacerlo a la página de prensa en www.rapifoto.es. También puedes localizarme en Facebook

viernes, 30 de septiembre de 2011

Caixas de pedra


























Crucei, en soidade, os poeirentos camiños do país onde nacen os suicidios.
Unha terra de pétreas miradas, torvas de odio, de incomprensión.
Mesquiñas mentes rexen o seu destino, mentres, o pensamento, se amontoa en fedorentas sentinas de ignorantes e caladas paredes.
De odiosos filisteos de letras. Desestabilizadores. Inconformistas. Descridos de autentícaa Fe.
Condenados polas súas dúbidas. Só o seu auto exterminio xustifica o paso das súas impías almas por este mundo de deuses. Cada día, cando baleiran o contido das sentinas, os Xustos descobren a existencia de Deus que, sobre a marcha, corrixe as súas liñas torcidas.
Un novo filisteo da fe, un novo crente da razón aparece morto pola súa propia man.
A Suprema voz silenciosa efunde unha vez máis a Verdade sobre os píos.
A Fe crece. A Razón afógase no seu choro.

Eu abandonei a tempo a terra onde se escriben os suicidios.

domingo, 4 de septiembre de 2011

A nosotros


Quizá fue el destello brusco que causaron nuestras pupilas al encontrarse,

o ese deseo físico escondido y callado, custodiado por un Cronos indiferente y la suerte echada de la mano de un Hermes, cómplice de ladinas intenciones.

Al final cayó el vaso de fino vidrio, que pendía a la espera de lo inevitable, haciéndose añicos. No recogimos aquellos cristales. Permanecerán por la eternidad sobre el frío pavimento de piel de corazón herida, que ambos decidimos despedazar.

El dolor ya no importa, se tolera humedecido por la pócima almibarada que los dos ingerimos sabedores del pecado que encerraba. Luego la tormenta, el torbellino de deseos, de anhelos irrealizables y de dulces sensaciones bañadas en un, a pesar de todo, grato amargor.


Al menos hoy, aún podemos evocar aquel zaguán donde morían las sendas de hierro y donde comenzó a derramarse la insoportable carga de un pasado tan lejano como cierto, tan bello como lacerante, y poder untar las heridas con bálsamos y narcóticos ungüentos de paz con nosotros mismos, porque toda puerta abierta invita en dos direcciones. La dicha radica en la libertad de cruzarla, cerrarla o permanecer atentos a un nuevo paréntesis custodiado por un Cronos indiferente y un Hermes cómplice...